Veléz campeón

lunes, 23 de abril de 2012

Porque tiene vida, lucha


El instinto de supervivencia ganó un partido duro ante Estudiantes. Por eso son tres puntos de oro, que provocan una luz de ventaja con respecto a San Martín, que permanecerá en promoción esta semana. Los goles fueron convertidos por Carniello, Fissore y Gandín, de penal. Boselli  y Zapata descontaron para la visita.    
 Rafaela es un virtuoso en la lucha. Eso sí, con errores y aciertos. A nadie le sobra ni le falta nada entre los menos válidos del promedio. Pero la esencia fundamental la tiene. Está concientizado lo que es vivir al límite del precipicio entre caer a la promoción y permanecer agarrado con una mano.
En esa lucha perpetua aturden las alarmas en la cabeza y los nerviosismos te despiertan o te ahogan, cual espada de doble filo. Te mantiene concentrado, vivo, despierto, en su faz benévola. O, en oposición, te destruye internamente, inculcando ansiedades y pesos en los hombros.
Pero algo es indudable. Desde que llegó Forestello niveló los resultados. Le provocó un cimbronazo al plantel. Hace tres partidos consecutivos que no pierde en casa, venciendo a San Lorenzo, San Martín y Estudiantes. Resultados que dejan disfrutar, hoy por hoy, una luz de ventaja en la lucha y fuera de todo.
Así lo toma Rafaela. Como una lucha, una final honorífica y estadística. Entre el bien y mal, la salvación y el precipicio. Se aferra a la concentración extrema en la marca, el pragmatismo ofensivo y la consecución efectiva. Disciplina táctica para contraerse, cerrar espacios y pelear por cada centímetro, por cada balón, para desplegarse furtivamente con Castro y Carrera en las bandas y la rapidez para concretar. Queda claro que el fútbol es un juego de intensidades. Quien ocasione y sea más efectivo, ganará. Obviamente que nada es lógico en el fútbol, pero Rafaela lo demostró en el 2-0 de arranque. Esa fue la diferencia contra Estudiantes.
Aunque “el Pincha” propuso un juego con grandes potencias individuales (“La Gata” Fernández, Enzo Pérez, Leandro Benítez, Mauro Boselli, Mariano González), el colectivo nunca pudo transparentarlo. Se pinchó en una profunda quietud mental. En esta muerte sin ideas, ni conexiones, ni superioridades numéricas, tuvo mucho que ver el frontón de hormigón de Rafaela. Completamente, infranqueable.
Solamente, por los propios desaciertos defensivos (pérdida de marcas permanentes en pelotas móviles y paradas), el local encontró incomodidades. Cuando se escapaba el primer tiempo, Rafaela bajó la guardía y la intensidad en la presión, y Estudiantes complicó con la misma formula.  Desmarque, anticipación, centro y gol. Así, hizo sufrir al local (1-2 de Boselli y el 2-3 de Zapata).
Entre aciertos y errores. Rafaela fue más, ante un tibio Estudiantes. Porque sabe usufructuar la presión de la lucha por los promedios. En los genes tiene pelea y sacrificio. La esencia vital para permanecer. Todavía es largo.  

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